viernes, 3 de julio de 2009

Lo que encuentras en la calle.


Escribo esto con el más profundo sentimiento de impotencia. Resulta que anoche en compañía de ciertos 'amigos' fuimos a un conocidísimo antro de Torreón en una de las zonas de mayor exclusividad en la ciudad. El lugar te pedía 180 pesos de cover, una propina de 400 pesos por mesa y te 'regalaba' tragos hasta las 2 de la mañana. Así bebimos entonces, los hombres whisky las mujeres vodka, invitadas de todos menos mías.

El modus operandi es igual en cualquier lugar, llegar y sentarse a tomar, luego bailar sin dejar de tomar, sentarte nuevamente a seguir bebiendo para buscar, bailando de nuevo ahora con la mujer que te hizo caso, besos pero sin soltar el vaso porque se va el valor, y lo que sigue depende de ti, tu auto y tu economía o un lugar obscuro.

Con lo que yo no contaba, es que nuestras acompañantes eran bastante generosas, repartían besos con el que se pusiera enfrente. Una de ellas tenía un rato de extrañamente estar en monogamia, y el tipo de igual manera. Después de un tiempo ella se levantó, empezó a bailar con uno de mis amigos y conmigo, llegó su hermana gemela y ya teníamos una para cada quien, fuimos a otra parte del lugar por más besos, que mareaban por las luces, los movimientos y tanto alcohol.

Nos separamos tal vez por espacio de media hora, cada quien bailando preocupados por que pronto terminaría la barra. Llegó de nuevo la señorita con mi amigo, quien intentó besarla sin éxito, yo intenté lo mismo con igual resultado, de pronto voltea a verme aquel primer sujeto con que ella había estado, se me acerca y articula el mexicanísimo "¡qué te pasa pendejo!", solo lo observé y antes de que pudiese llegar a mí los agentes de seguridad lo detuvieron con la seria intención de sacarlo. Se hicieron de palabras, entonces me llamaron a mí, y me preguntaron que si había tratado de besar a su novia (gran mentira, eran amigos con derecho), yo les contesté: "sí, porque hace un rato ella me besó" cosa que claro, la tipa negó, y mirándola a los ojos le pregunté "¿estás segura?" no dijo nada, se volteó y continuó alegando para que no sacaran a su proletario acompañante. Así fue, solamente lo cambiaron de área.

Traté de seguir con la fiesta, pero mi orgullo y mi rencor no me lo permitían. Y ahí va la estupidez, me acerco a su mesa y le digo "A mí no me vas hablar así pendejo". ¿Por qué carajo no me quedé callado?.

En ese momento los orangutanes de seguridad con la misma inteligencia de desechos fecales, me toman por la espalda y me llevan hacía la puerta trasera, me dan tres golpes en el estómago y me sacan. Si hubiese podido respirar en ese momento habría visto sus caras, pero no fue así.

El coraje es horrible y la impotencia peor, ¿con quién te quejas? si la policía es la misma porquería, ¿una denuncia? se tardan meses y no se resuelve nada. Todo es así en este país, aguantar la prepotencia de los ignorantes, ya sé que yo tengo la culpa por volver, pero creo que a nadie le gusta que lo hagan menos, así me sentí.

Salieron todos y después de decidir quién conduciría de vuelta a casa, nos retiramos. Cuando le conté a mi padre, con la sabiduría de su experiencia me dijo: "Eso es lo que encuentras en la calle".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

las cosas te pasan amigo, asi te encontraras y cosas peores mi querido amigo.

TRE dijo...

muy chingon el nuevo banner