Admiro las vivencias de quienes escriben aquí, ya sean efímeros encuentros sexuales o fascinantes historias de taxi que no creo poder igualar -ni pretendo hacerlo- con mis paupérrimos relatos que dejan ver sentimientos de un diáfano corazón, sin embargo voy a escribirlos porque resulta mejor que ahogarlos en alcohol anhelando que mueran en el bar, y quien sabe, tal vez hasta le sirva de consejo a alguien. Las cosas fueron así…
La primera vez que sucedió empezó cual forzoso proceso mecánico. Una joven con fama de cortesana, que solía compartir lecho con un buen amigo mío cada que el deseo vehemente los vencía, insistía en presentarme a una conocida que llevaba un buen tiempo soltera y la que según decía tenía una carácter y manera de reaccionar bastante parecidos a mí -de entrada un gran error-. Voy a ser completamente sincero, mi pensamiento de “caballero” fue en otra dirección y mi razonamiento fue bastante estúpido – quiero justificarlo con la edad, hay épocas en que las ideas no van mas allá del sexo - me dije a mi mismo que si esta mujer que insistían conociera tenía algo en común con su amiga, llevarla a la cama no resultaría complicado, entonces accedí.
Cuando la vi, superó por mucho mis expectativas, me la describieron como una persona sumisa y reservada mas su físico no se evidenciaba así, era bella, situación que me animo bastante a conocerla.
Me voy a ahorrar palabras que no hacen falta para describir cuatro meses de sufrimiento por el puro placer de sentirse infeliz, me presionaba, hasta podría atreverme a mencionar que casi forzaba a decir cosas que alguien como yo jamás diría. Después la atracción desapareció, como la más loca, brusca y escarpada montaña rusa de emociones que jamás hubiese deseado abordar y las cosas obviamente no resultaron, mas en mi ingenuidad de aquellos tiempos no descubrí el porqué.
A la segunda la conocí en un antro, hasta donde el desvelo me deja recordad fui un poco obligado, mis amigos y yo teníamos muchas ganas de fiesta pero poco dinero para pagarla, entonces acabamos en un lugar barato y totalmente carente de fineza. Cuando eran 13 las cervezas uno de ellos se aventuró en el mar de gente, buscando mariposas – y me refiero a mujeres – que quisieran aceptarnos algunos tragos.
Las encontró, de hecho eran mejores de lo que esperaba, bailaban un tanto eufóricas por el calor de la música y lo entrado de la noche. Cual obligado recurso cada quien se acercó a su cada cual, todos estábamos en “pareja” si se puede llamar así. Yo conversé con una mujer de agradables maneras y transparentes intenciones, no parecía tener la audacia de sus amigas y nos llevamos bastante bien. Tiempo después de aquella velada la seguí frecuentando, creyendo que algo podría perdurar, pues también en aquella ocasión, confundí lo que solo era compañía, entonces me conforme con la mera atracción sexual, que redundo en conflictos para ambos. Toda emoción de mi parte se esfumó, sin que llegáramos a tener algún vínculo formal, por suerte. Lo último que supe de ella es que esta en otro país, probablemente estudiando.
Debo aceptar que me desesperé, llegué a sentirme totalmente vació, pero a la vez con muchísimo que dar, e hice la tercera estupidez, ahora por frustración.
Una dama extremadamente disciplinada tuvo a mal relacionarse con el tipo que escribe esto, la conocí en la universidad, y aun sabiendo que de todo ser femenino en el planeta, justamente ella era la menos indicada para estar conmigo, en un pérfido acto a mis emociones empecé a cortejarla… escribir esto me hizo tratar de encontrar una razón, y no veo otra que la soledad. Afortunadamente dije a tiempo lo que de verdad no sentía, y las cosas no pasaron a mayores, por eso le doy gracias a Dios, la vida, o cualquier cosa que sea superior a nosotros, a veces solito me meto en líos de los que no sé cómo salir, además, vendrían tiempos mejores.
Entonces en el sopor de mi pensamiento, recordé lo que aquí mismo escribí hace algunos meses, y que olvidé casi por completo… el amor, el de verdad, no se busca. Llega y totalmente inadvertido.
Una gran amiga de esas tan fugaces como un buen maestro o un apacible momento, me invito a salir, asiduos en nuestro bar preferido con sus negras paredes impregnadas con recuerdo de amores fallidos, hálito de nicotina, y gélidos licores, no podíamos escoger otro lugar.
Fui a su casa para recogerla, y venía acompañada de otra mujer, que siendo franco de entrada no causo ninguna impresión en mi mas allá de encontrarle parecido con una de mis catedráticas, eso es lo extraordinario. Llegamos a aquel bar y ya algo tomado (cuando mis complejos se van y me dejan a solas) empezamos a platicar, ahí empecé a notar más cosas, un tenue pero bastante agradable acento sureño, la forma de fumar más seductora que haya visto, y el perfil femenino más hermoso, coronado con una escultural nariz . Fue el fenómeno más imperceptible, suave y delicado en que se pueda experimentar una emoción.
Es difícil escribir con escalofríos, ella me suele causar eso.
Tiempo después de aquella noche, seguí viéndola, y se volvió mi droga, mi estimulante legal perfecto. Cada vez era más difícil dejarla, sentía que su aroma se quedaba en mis manos, terminaba totalmente perdido en sus ojos y borracho de ella pero siempre con ganas de más, y sus besos fueron el remedio perfecto para curar las heridas que dejo el pasado sin sanar. Sin prisas, de a poco, me dejo totalmente enamorado y con su tacto de mujer me dio la confianza de ser totalmente transparente, por ella sin problemas me quedaría sin secretos. Y me di cuenta, de que, sin previo aviso, tengo a mi lado a la mujer que hace mucho esperé. Siempre me faltarán adjetivos para describirla, y sintaxis a la altura.
Si de algo estoy seguro es de que todo esto no sólo me pasó a mí, o por lo menos es lo que me han dado entender en la pláticas que el dilema me a llevado a entablar, enamorarse es la situación más complicada y deliciosamente frustrante que experimentamos, aun así es perfecto, porque encuentras al ser que te complementará, a quien amas. Si para ver a la luna tengo que esperar por años y pasar por búsquedas fallidas, con gusto lo volvería a hacer.