La conocí bajo una luna de viernes, por lo menos su voz, con un timbre débil pero soportado en un arrogante tono totalmente seductor. No recuerdo bien pero creo que brindaba con amigos en alguna casa, entre pláticas y risas sonó un teléfono, contestaron y un desorientado me pidió que les diera indicaciones de cómo encontrarnos a un grupo de señoritas que estaban próximas a salir, acepté, sin imaginarme la cantidad de conflictos que esto traería consigo. Francamente el desvelo no me deja traer a mi mente las memorias de aquella noche, quizá porque fue bastante ordinaria. Estas mujeres no se quedaron, permanecieron dentro del coche, que aunado a la oscuridad y mis ojos de miope no permitieron distinguir a la dama con la que hablé horas antes.
Días después estuvimos en una situación similar, pero esta vez alguien nos presentó, y teníamos tantos amigos en común que acabamos por llevarnos bastante bien, pero era sólo eso, una relación de conocidos.
Durante las constantes fiestas y reuniones que organizaba en su casa, nos conocimos mejor, incluso casi a diario hablábamos por teléfono, o pasaba por ella después de terminar mis clases en la universidad. Cierta ocasión estábamos conviviendo todos en su sala, escuchando buena música, bebiendo vodka (no sé bien con que lo mezclábamos pero debió ser bueno, porque se nos pasaba como agua), cantando, y haciendo todo lo que hace cualquier grupo de borrachos.
Para mi buena o mala suerte, se fueron consumiendo los cigarrillos, creo que en el fondo ambos sabíamos que era el subterfugio perfecto para estar solos, entonces ella tomó la iniciativa. Yo no llevaba auto, así que no podía ofrecerme a llevarla, sin embargo acabó por resolverlo bien.
“¿Me podrías llevar a una tienda?” me dijo “mi camioneta no tiene gasolina, podría ir yo en el coche de mi papá pero es estándar y no se manejarlo” (cosa que una semana después comprobé era mentira, por que la vi manejando ese mismo auto con mayor destreza que Schumacher en su mejor época) de cualquier manera no la hubiese dejado ir sola, ya pasaban de las dos de la madrugada, así que accedí.
¿Se imaginan lo que pasó?
Lamento decepcionarlos, porque no pasó. En el camino platicamos tranquilos y hubo cierto coqueteo, pero nada se concretó, así que después de comprar un par de cajetillas (éramos unas diez personas, todas con ese maldito vicio), regresamos a la casa, ahora las cosas se pusieron más calientes. Creo que había un lazo tan obvio que los demás lo percibieron y mientras cantábamos ella acabó de frente a mí, empezó el clásico “¡beso, beso!” y se dio, un beso con bastante pasión provocado por un montón de adolescentes ebrios, ante un cobarde yo, y que reiteraba una cosa rara que venía planteándome hacía días y no me terminaba de explicar: me enamoré.
Pasado un rato la noche ya no era la misma, el trato entre nosotros fue cambiando, pero a diferencia de otras experiencias que alguna buena amiga lectora recordará, esta vez no empeoró, todo lo contrario. Diría que nos seguimos besando hasta cansarnos, pero mentiría por que los besos jamás agotan. Poco a poco fueron cayendo los muy alcoholizados en diferentes dormitorios de la casa, ella y yo tomamos el propio y ahora sí, ¿se imaginan lo que pasó?...
Pues en efecto; otra vez lamento decepcionarlos. Cuando llegamos a la cama (cabe destacar era de buen tamaño), nos dimos cuenta de que ya estaba ocupada, un colega bastante borracho intentaba dormir en ella y al parecer no se percataba de nuestras urgentes intenciones, así que resignados decidimos simplemente acostarnos. La dificultad para conciliar el sueño era impresionante, creo que para ambos, así fue que fingiendo estar dormidos empezamos a dar vueltas hasta que nuestras bocas se encontraron, y créanme, ya no quisieron separarse, obligando a nuestros cuerpos a de igual manera encontrarse, aumento la pasión increíblemente, la ropa estorbaba, ¡pero estorbaba más el tipo que dormía del otro lado!, hasta que no nos percatamos del ruido, entonces despertó y se fue a otro cuarto, nosotros solo reímos y por fin, con el preámbulo que les narré imagínense algo realmente BUENO, pasó lo que tenía que pasar.
Pocas cosas en la vida son tan hermosas cómo despertar abrazado de quien amas, y darle calor con el cuerpo en una mañana de primavera que se aferra al invierno helado.
Seguimos saliendo, todo marchaba como nunca habría imaginado, incluso llegué a pensar que después de tanto tiempo solo, había llegado la mujer indicada, esa que siempre había esperado y era la perfecta para mí, con la que viviría realmente el amor… pero me equivoqué.
Un día de la nada empezó a cambiar, ya no contestaba mis llamadas y nos veíamos muy poco, quería fantasear con que eran inventos míos pero al mismo tiempo tenía la plena certeza de que me evitaba. Pasó sólo una semana de que dejamos de hablarnos, de muy buena fuente y después por esta maravilla del internet, supe que ahora tenía novio. Una puta semana.
Soy tan orgulloso, que sentí un odio y tristeza indescriptibles. Pero no podía dejar que mis amigos me vieran así, fingí como creo que muchos lo harían, que no me importaba, total “mujeres hay muchas”; no logré engañarlos, de verdad me vi morir.
Me ahogué en alcohol para tratar de olvidar, pero claro no pude, porque además recordé que son siempre este tipo de mujeres las que me cautivan, las que van enamorando de lecho en lecho sin importar el daño que causan, son la clase de cosas que siempre me suceden pero que en un inconsciente acto masoquista sigo buscando. Ella terminó con su novio después de varios meses juntos, pero antes me hizo sufrir todavía más y me buscó problemas en cuyas causas jamás tuve que ver, sin embargo eso no lo voy a escribir porque sería darle más importancia y vueltas en mi cabeza.
Esta es mi montaña rusa de emociones, y muchos me preguntan el por qué ahora no estoy en pareja o saliendo con alguien, la razón mis amigos es la más simple: Señoritas, ustedes también hieren.