Tanto pedir, tanto anhelar, y entre tantos gritos desesperados que nadie escuchaba, aquella luna bajo y se dispuso lo que nadie pensaba capaz; jugar con un humano.
Y no era no era ningún vituperio, era una llamada entre gente muerta que volvía a nacer. Y si no era posible, un cafe nos acercaría un poco mas. Claro, había miedo y hasta un poco de extrañes en las palabras, un año, las personas cambian, y siempre es para bien. Y es que la luna tomo otra forma, algo que jamas había visto, ni siquiera un eclipse era tan sorprendente. Una belleza casi angelical, una risa de niña, la voz tan delicada que se asimilaba tanto a un cristal, percibí desde el primer momento en que subió a mi lado un aroma tan fresco, algo indescriptible pero que era una cosa que sola la luna podía poseer, solo de ella para toda la vida.
Y en el adiós no encontré una despedida, era un nuevo hola para encontrarnos mañana riendo.
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