A el nombre de Buen Carlos no respondo, sin embargo al considerarme un gran amigo del susodicho, tengo el atrevimiento de plasmar aqui, para ustedes, mi experiencia con un taxista y su taxi, asi sucedieron las cosas. . .
Viernes, una palabra que con solo traerla a la mente hace que desesperes por que tu maestro diga que la clase a terminado, para así, empezar una maratonica borrachera que haga olvidarte de tus complejos y problemas, asi fué para el Joven P. Con algo de sueño que mas tarde pasaría a olvidarse por completo, marcando su reloj las 5:00 de la tarde salió del aula, en los jardines de la misma bastaron tres minutos para que resolviera con 4 de sus compañeros ir por unos tragos.
Cecilia, una de ellos ofreció su casa, y después de ir por algunos envases, se dirijieron a un autoservicio, entonces, el Joven P, sospechó que las cosas no terminarían muy bien, ya que los tragos se convirtieron en cervezas tamaño familiar (ordinariamente llamadas "caguamones").
No existe en la tierra algo tan relajante como sentarte a tomar tranquilamente con algunos amigos, y en ese caso, al solo tener un par de meses de convivir con ellos, el Joven P pensó que podría aprovechar conocer un poco mas a sus compañeros. Bebieron con una platica tan amena y entre carcajadas como pocas veces se tiene oportunidad, ya saben, hablando de amores pasados, cosas de la universidad, burlandose de sus maestros, incluso el sexo tuvo lugar en la conversación.
Al empezar a sentir un pequeño mareo, no malo, sino de esos mareos que disfrutas, que significan que el alcohol ya esta haciendo algo en ti pero no lo sientes hasta que te levantas de la silla, se le soltó mas la boca al grado de estupidamente confesar el nombre de la mujer que le roba el sueño. Fue entonces que decidió que era hora de marcharse, no a su casa, a un antro de la zona al que lo habían invitado viejos amigos de secundaria, antes de empezar a revelar mas secretos.
Tomó las llaves del BMW, mala decisión, y se puso frente al volante. Condujo bebiendo de la botella que no había terminado mientras escuchaba U2, acompañado de un colega residente de Matamoros al que dejaría en la Alameda Central.
Llegando su destino, buscaba desesperadamente un lugar de estacionamiento, eran las 10:30 pm y ya estaba casi todo ocupado. Decidió rodear el antro para seguir buscando, en su mente solo la idea de seguir bebiendo, hizo alto en un calle al parecer llamada Matamoros, y al no ver a nadie dió gas al motor . . .
Un estruendo nubló su vista, levantó la mirada y ahi estaba, un Atos by Dodge, pintado de naranja, de la base Radiotaxis Mandarina, con un golpe del lado izquierdo, descendieron de él los pasajeros, emocionados por que o pagarían su cuota. El miedo se apoderó de el Joven P inmediatamente, pensó en escapar (como lo hizo con éxito en una ocasión) sin embargo esta vez el auto no respondió, entonces bajó resignado, primero a aclarar al taxista que le pagaría, y segundo a suplicarle que no llamara a los agentes de policía y vialidad alo que respondió: "No carnal pues yo que, aquí el bueno es el patrón" y remató "chingado, acaba de salir del taller".
Transcurrieron 2 minutos y ya tenían a otros 5 taxistas de la misma base ahi (montoneros), pero al ver que todo estaba en orden se retiraban. Así llegó tiempo después el "patrón", un tipo bonachón, alto y de bigote que bajó de una Cheyenne gris, y también los patrones del Joven P para arreglar la situación.
¿Heridos? por suerte no, solo raspones menores sin ninguna complicación posterior.
¿Gastos? del Atos 7 mil, del otro no se sabe, pero seguro más de 16 grandes.
¿Moraleja? En este caso no pasó a mayores, sin embargo, definitivamente alcohol y volante, no son una opción.